Lien
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Don y Betty
Como ir a nadar en el mar, andando desde la playa
El agua empieza poco profunda, cálida. Las arenas, suaves y doradas, acariciándote entre los dedos de los pies. Es fácil; “Hola, dos cervezas por favor”.
Miras a tu alrededor – la multitud moja sus pies. Te sientes bien. Eres uno del equipo.
Pero anhelas nadar. Te esfuerzas aún más, el agua se enfría. ¡Hala! ¡Una ola te golpea por detrás! Se hace difícil progresar. Un viento marítimo te pone la piel de gallina; tu primer verbo “tener” – pero espera, ¿qué es eso? “tengo”… y más, un verdadero viento frio.
¿Volver o avanzar hacia adelante? Detrás, la risa “loca” de la de la multitud, ocupada en el bar. Pero a nadar. Ese hermoso mar azul. Tú perteneces ahí, lo sientes…
Whoosh! ¡Ay ay ay! ¿Que fue eso? ¿Una piedra afilada, un crustáceo o… una reflexiva que te mordió y disparó?
Hacia adelante. Esta agua esta “ca, cu, que, co”…. ¡CONGELADA!
Whoosh! Y tu equilibrio se pone a prueba. ¿Una ola grande? ¿O un artículo definido? Pero vuelve el sentimiento confuso de un (m) y un (f), precipitadamente, con una continuidad vertiginosa…
Whoosh! Siga, de verdad lo consigues. Mira al fondo del mar azul. Que cercano parece.
Whoosh! Pero al mismo tiempo no lo sientes tan cercano, estas olas te golpean por detrás. Atrás en el fondo, todos parecen tan felices en la orilla. ¿Pero no nadan? Sus voces se han desvanecido, ¿pues de todas formas quien puede decir?
Whoosh! ¡Vaya! Las algas están enredadas en tus piernas. Subjuntivamente. Subjuntivamente torcidas en nudos de lógica.
Whoosh! Para llegar más lejos, para profundizar… necesitas una guia. Alguien que te eche una mano tranquilizadora. Un sabio que te asista, con una sabiduría embriagante y entusiasmada. Tus amigos, instructores de natación, en Taronja.
Whoosh! Ahora la guia te da alas, te dirige; por los bancos, por los fondos rocosos, en contra de las olas fuertes y rechazadoras de complejidades gramaticales. Mientras tanto, visible encima de la línea del agua, la diversión y gozo de la camaradería.
El mar se hace más profundo y por fin te acoge. Te sumerge y te abraza, las olas no chocan ni golpean más. Has llegado a ese punto de ‘profundidad’ y te has puesto a nadar. Estudiando insistentemente, el océano te puede llevar a sitios mágicos, a gente mágica, a vivir.
“Bienvenido amigo”.
Whooooooooooooooosh! !Otro idioma llama!
-Robyn Imagen de divalynn